lunes, 7 de junio de 2010

El arte del disfraz


Sí señor, algo imprescindible para cualquier, detective, la capacidad de camuflarse con el entorno como si de un habilidoso camaleón te tratases, o también una opción para hacerte pasar por

otra persona; un buen vestuario, pelucas, bigotes falsos, maquillaje, sombreros...

Y el maestro de este arte, es Holmes (eh..relativamente) incluso parece que disfruta cada vez que le toca meterse en la piel de un anciano, un mozo de c
uadras, o una anciana mujer, un tal capitán Basil, un clérigo... incluso, según Watson interpreta a su personaje a la perfección, es mas, debido a su pasado como actor, Holmes tiene una pequeña tendencia a sobreactuar, y el Holmes de Brett es una buena muestra de ello.


Realmente es divertidísimo ver como Watson (entre otras víctimas) pone ca
ra de pasmo al ver aparecer a Holmes así como por arte de magia, además es que Sherlock escoge el momento exacto para sorprender al pobre doctor, en su retorno de las cataratas...Watson llega a desmayarse...
Ahí van algunos ejemplos...¡a tomar nota!
Primero, en El signo de los cuatro, cuando Athelney Jones y Watson esperan la llegada de Holmes, pero en vez de a Holmes encuentran a un anciano que se empeña en ver al detective porque tiene una pista...

Se oyeron fuertes pisadas escaleras arriba, acompañadas de muchos jadeos y bufidos como de un hombre a quien le cuesta mucho recobrar el aliento. El que subía se detuvo una o dos veces, como si aquel esfuerzo le resultase excesivo, pero al fin llegó hasta nuestra puerta y entró en la habitación. Su aspecto correspondía a los ruidos que habíamos escuchado. Era un anciano, con atuendo completo de marinero y un viejo chaquetón, de lana gruesa, abrochado hasta el cuello. Era cargado de espalda, le temblaban las rodillas y su respiración era dolorosamente asmática. Al apoyarse en un grueso bastón de roble, sus hombros se alzaron en un gran esfuerzo por inspirar el

aire en sus pulmones. Llevaba alrededor de la barbilla una bufanda de colores, y yo pude ver muy

poco su cara, fuera de un par de ojos negros, de mirada penetrante, sombreados por unas tupidas

cejas blancas, y largas patillas, también blancas. En conjunto, me produjo la impresión de un

respetable y avezado marino cargado ya de años y venido a menos.

—¿Qué le trae, buen hombre? —le pregunté.

El visitante miró alrededor de sí de la manera lenta y metódica propia de los ancianos.

—¿Está aquí el señor Sherlock Holmes? —dijo.

—No; pero yo actúo en nombre suyo. Puedo darle cualquier mensaje que traiga para él.

—Es a él a quien yo tenía que dárselo —dijo.

—Ya le digo que actúo en nombre suyo. ¿Se trata de algo relacionado con la lancha de Mordecai Smith?


—Sí. Yo sé muy bien dónde se encuentra. Y sé dónde se hallan los hombres que persigue. Y sé

dónde está el tesoro. Lo sé todo sobre el caso.

—Dígamelo entonces, y se lo comunicaré a él.

—Es a él a quien yo tenía que decírselo —repitió con la obstinación impertinente propia de toda

persona muy anciana.

—Bueno, tendrá usted que esperarle.

—No, no; no voy a perder todo el día por dar gusto a nadie. Si el señor Holmes no está aquí,

entonces el señor Holmes tendrá que descubrirlo todo por sí mismo. A mí no me convence el aspecto

de ninguno de ustedes dos, y no les diré ni una palabra.

El viejo caminó arrastrando los pies hacia la puerta, pero Athelney Jones se le plantó delante, y

le dijo:

—Espere un poco, amigo. Usted posee datos importantes y no debe marcharse de aquí. Le

guste o no le guste, se quedará aquí hasta que regrese nuestro amigo.

El anciano dio una carrerita hacia la puerta, pero viendo que Athelney Jones apoyaba contra ella

su ancha espalda, se convenció de que era inútil la resistencia, y gritó golpeando el suelo con su

bastón:

—¡Bonita manera de tratarme es ésta! Vengo aquí para ver a un caballero, y ustedes dos, a

quienes no he visto nunca en mi vida, me sujetan y me tratan de esta manera.

—No perderá usted nada con ello —le dije—. Le recompensaremos por el tiempo que haya

perdido. Siéntese en aquel sofá, y no tendrá que esperar mucho.

El viejo se dirigió con semblante malhumorado hasta el sofá, tomó asiento en el mismo


apoyando la cara en sus manos. Jones y yo volvimos a nuestros cigarros y a nuestra charla. Pero

súbitamente nos interrumpió la voz de Holmes, que decía:

—Creo que podrían ustedes ofrecerme a mí también un cigarro.

Los dos pegamos un salto en nuestros asientos. Holmes estaba sentado junto a nosotros, con

expresión tranquilamente divertida.

—¡Holmes! —exclamé yo-. ¡Usted aquí! Pero ¿dónde está el viejo?



-Aquí está el viejo-dijo, enseñándonos un montón de cabellos blancos que tenía en la mano-. Aquí está...: peluca,

patillas, cejas y todo lo demás. Yo creía que mi disfraz era

bastante bueno, pero no llegué a imaginarme que pudiera superar esta prueba










Parece que el maestro se decanta por los disfraces de anciano, alguna razón tendrá... En "La casa vacía " opta por coger la identidad de un anciano librero...



En "Escándalo en Bohemia" usa el disfraz como algo vital para el caso, aunque finalmente, todo es en vano por culpa de la sagacidad de Irene...





Y para acabar también tenemos a estos dos travestidos... Como diría Moriarty; Jajejijoooo












2 comentarios:

  1. Great minds think alike! Tengo bastante avanzado un post sobre los disfraces de Sherlock :)
    Me ha gustado mucho el tuyo, aunque tengo dificultad para leer algunas frases, que parecen escritas sobre otras ¿es un problema de mi navegador u otros también lo ven así?
    Muy interesante y muy cierta la reflexión de que Holmes sobreactúa. No lo había pensado, pero lo cierto es que todas sus caracterizaciones tienen algo de caricaturesco.
    He reunido muchos ejemplos de Holmes disfrazado; creo que te gustarán; también pondré un enlace a este post, por supuesto.
    La semana pasada estuve editando los vídeos que voy a poner: ambos de SH quitándose el maquillaje; uno de Jeremy Brett en «La casa vacía» y el otro de «El hombre del labio retorcido» con Norwood como Holmes.

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  2. si el magnifico holmes
    no se puede esperar menos de el
    siempre me esta sorprendiendo
    y otra cosa
    no puedo leer la parte que citas del libro
    se corta el texto

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